¿Eres dependiente emocional y no te das cuenta?. La dependencia emocional genera mucho dolor y afecta en gran medida a la autoestima de la persona. Recordemos que se alimenta la dependencia emocional cuando:
- Te sientes responsable de cómo están los demás.
- Tiendes a decir que estás de acuerdo, cuando no lo estás por miedo al rechazo.
- Llegas al límite para evitar conflictos y enfados.
- Dices que sí a todo el mundo.
- Buscas aprobación en tu vida personal y profesional.
- Inviertes mucha energía en impresionar a los demás.
- Te guía el miedo al rechazo.
7 formas de ser dependiente emocional y no te das cuenta
Te invito a reflexionar sobre 7 comportamientos habituales hoy en día. Posiblemente no te des cuenta, pero afectarán a tu autoestima y al modo en que te relacionas con los demás. Date un momento para reflexionar y crear posibles cambios.
Si no me contestas o me llamas enseguida, no me valoras
En la era de la mensajería instantánea, se suele esperar que el otro esté disponible para uno mismo inmediatamente. Es habitual, mandar un mensaje o hacer una llamada y no solo esperar que te contesten al instante, se pide aún más. Se considera casi una obligación que el otro te atienda.
Quizá me digas, ¡eso no es posible!. Bueno, seguro que a ti no te pasa ;-). Pero yo lo veo todos los días. Discusiones por el móvil por este tema, cuando vas en autobús, cuando escuchas sin querer la conversación de una pareja cuando paseas por la calle, incluso en consulta psicológica aparecen estos temas…
Bien ahora revisa, ¿qué nivel de ansiedad, contrariedad y enfado te genera que no te llamen enseguida o que no te contesten a ese mensaje que te has preparado?. ¿Por qué te ocurre?
Si detectas que este tipo de situaciones te generan sufrimiento y ansiedad, ponte alerta. Es una de las señales de posible dependencia emocional. La persona que sufre cuando no recibe una respuesta inmediata está creando 3 hábitos dañinos para la autoestima:
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- Medir su valía personal en función del tiempo que el otro le dedica y la rapidez con la que le contesta. Cuanto más y más rápido me prestas atención, más valioso soy para ti.
- Crear el hábito de “gratificación inmediata”: he enviado un mensaje (acción) y quiero una respuesta inmediata (gratificación).
- Como consecuencia no aprende a vivir con incertidumbre y desarrollar su resiliencia. Cada vez más las personas están perdiendo la capacidad de vivir con cierta incertidumbre, activando sus circuitos de ansiedad. Estas reacciones emocionales cada vez son más frecuentes, y más potentes, con eventos cada vez menos importantes.
Gestiona tu incertidumbre
Tengamos en cuenta que si hacemos esta interpretación rápida y automática “si no me contestas enseguida, no me valoras”, estamos dependiendo del otro. Es la actuación de la otra persona la que valida tu valor como persona. Es importante aprender a vivir con capacidad de postergar resultados y recompensas. Sobre todo porque en situaciones más graves e importantes, resultará más difícil manejarlas.
Recordemos que el otro tiene derecho a elegir cuando nos llama y cuando nos responde. No es que no seas su prioridad. A lo mejor, no puede. O posiblemente quiera elegir un momento más tranquilo para hablar o contestar. Incluso, puede no estar bien, y quiera contestar cuando esté mejor.
Evita en esta era digital atormentarte por el doble check de los mensajes, por el estado “en linea” o por cualquier otra indicación digital. La tecnología está para ayudarnos. De ti depende que nivel de dependencia emocional quieres crear en tus relaciones y con los medios tecnológicos que tienes a tu alcance.
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Haces un interrogatorio a la otra persona para ver si le puedes pedir algo y no molestar
¿Qué vas a hacer cuando termines?. ¿Vas a ir hoy a…?. ¿Tienes muchas cosas que hacer hoy..?. ¿Y luego tienes un rato libre?. Y así un sinfín de preguntas que determinadas personas realizan a la persona a la que le quieren pedir algo.
Quizá no se quiera molestar al otro. Es posible que seas amable y quieras interrumpir lo menos posible a la otra persona. Pero realmente cuando realices tres, cuatro, cinco preguntas antes de pedir lo que quieres, realmente estás haciendo otra cosa.
Estás seguramente evitando que el otro rechace tu petición. Estás evitando por todos los medios escuchar un posible NO a tu demanda. Y es que esta es otra palabra y respuesta a la que cada vez se tiende a aceptar menos. Estás preparando el camino de un SÍ. Porque así valoras positivamente el aprecio de la otra persona. Todo es más fácil de esta forma.
Aprende a recibir un NO
Ponte alerta de nuevo. Tu rechazo a escuchar un NO, está haciéndote dependiente emocional de las respuestas del otro, de su atención y de su tiempo. Pregunta directamente qué necesitas, qué quieres o lo que propones. Tienes derecho a pedir. Ahora recuerda, que el otro tiene derecho también a decir NO. Practica el llegar a un acuerdo, acepta el NO en tu vida. Busca alternativas.
Y sobre todo evita asociar un NO a tu valía personal. Evita interpretar mágicamente que un NO, es un rechazo a tu persona y al aprecio que la otra persona te tiene.
Además estos derechos son bidireccionales. Tú también puedes decir NO a los demás y negociar cuándo puede ser un SÍ. Si determinado favor o propuesta no te vienen bien aceptarla en ese momento, negocia cuando sí que puede ser. No es necesario decir SÍ siempre a los demás. De verdad, que no cambia tu valía. El número de veces que estás disponible a los demás no dicta tu valor personal. Tampoco, el número de veces que alguien te propone una alternativa diferente a la tuya, o rechaza algo, no define tu valor ni el nivel de relación.
Piensas y organizas tu agenda en función del tiempo libre que tiene la otra persona
“No, es que no puedo porque mi pareja ya ha terminado de trabajar y entonces…”. No puedo, es que mi hijo (suficientemente mayor), ya estará libre y quiere que…”. No es que…. ¿Te suena?.
¿Cuántas veces has dicho que no a un plan que te apetecía mucho porque no coincide con el horario adecuado para que puedas estar en todas partes?. Respira. Una cosa es querer estar con los tuyos, con amigos, compañeros de trabajo, etc… Otra muy distinta es que niegues tus ilusiones y preferencias para que no coincidan con el tiempo en el que parece que “deberías” estar haciendo otra actividad.
Proporcionar tu mejor tiempo, energía y atención a los seres queridos es fantástico. Ahora bien, que por obligación te impongas que solo puedes hacer determinada actividad o elección, haciéndolo coincidir con el tiempo en el que no están las personas importantes de tu vida, te hace dependiente emocional.
No te van a querer menos. Y si lo hacen tenemos un problema :-(. Esa relación puede que no sea emocionalmente sana. Tienes derecho a elegir cómo invertir tu tiempo y tu energía. No estar disponible todo el tiempo para determinadas personas no significará que estas personas te valoren menos. Redistribuir el tiempo, realizar actividades con diversas personas de tu entorno enriquece las relaciones. Te permite después compartir nuevas experiencias. No te quites esa oportunidad.
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Aguantas y no dices nada de lo que no te gusta o te molesta hasta que ya no puedes más y explotas
Vale, no pasa nada. Ok, lo hacemos así. Bien, vale. (cuando no estás de acuerdo o algo te molesta).
Y así un día y otro día. Hay cosas que te molestan y te duelen pero no dices nada. Se crea una relación en la que tú otorgas y el otro dispone. Puede ser en el trabajo, en la familia o en las relaciones personales. Pero luego tú te vas con gran intranquilidad, ansiedad o tristeza, porque no has expresado nada de lo que sientes. Temes contrariar a la otra persona. Incluso llegas a creer que tus opiniones y sentimientos no son importantes.
Eso sí, habrá ocasiones que habrás comprobado, que saltas y explotas emocionalmente. Quizá de manera exagerada, pero es que llevas aguantando mucho tiempo.
Alerta de nuevo. Tú eres tan importante como los demás. Aunque en determinada situación, puedas estar equivocado, incluso así, tienes derecho a expresarte. Y no siempre será una cuestión de tener razón o no tenerla. Son tus gustos, tus preferencias tus conocimientos y tus sentimientos lo que pones en juego, y tiras a la basura cada vez que no te expresas. Vuelves a ser dependiente de un rechazo por parte de la otra persona. Que una persona se enfade no significa que no aprecia la relación. Sino le importara, ni siquiera se enfadaría.
Exprésate con libertad
Exprésate con libertad. Di lo que opinas, lo que sientes y lo que propones. Tienes derecho. Igual exactamente a cómo lo hace la otra persona. Y nuevamente, acompañando a este derecho, tienes la responsabilidad de aceptar un no, una nueva propuesta o un nuevo acuerdo. Que tú objetivo no sea no molestar. Cambia de objetivo si lo que quieres es que se haga lo que tú dices, y evitar nuevamente un NO. Sé responsable de tus gustos, opiniones, ideas y emociones. Puedes expresar lo que quieras (con respeto, por supuesto) y ser responsable de ello. Acepta con tranquilidad sin interpretaciones irracionales la respuesta del otro.
Es en el intercambio sano con las otras personas dónde más aprendemos. No te pierdas esa oportunidad.
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Muestras tu enfado con silencio y con un lenguaje no verbal distante
Y piensas mentalmente: vale pues ahora no le contesto, ahora me callo, ya se dará cuenta.
¿Has visto en alguien esta conducta? ;-). El silencio digital o presencial, es la respuesta emocional que en ocasiones utilizas esperando que el otro te de una muestra de aceptación, respeto o cariño.
Bien, puede ser que la recibas. Sobre todo si en las relaciones cercanas hemos acostumbrado a la otra persona a que actuamos así.
Pese a la costumbre, no es sano emocionalmente. Esto no te ayuda. Nuevamente como en el punto anterior, estás negándote. Dependes de las muestras de cariño y/o aprecio del otro cuando te muestras en silencio o distante. “Si sé da cuenta y reacciona es que valora nuestra relación”.
Sé responsable de gestionar tus propias emociones incómodas. Aprende a nivelar tus estados de malestar. Busca un enfoque adecuado para resolver lo que te incomoda con la persona que quieres.
Interpretas cómo piensa, actúa o siente la otra persona
Si actúa así, es que… Si piensa así, entonces… Se ha molestado, entonces es que…
El uso de la “bola de cristal” como si de visiones reveladoras y certeras se tratara, se ha puesto en marcha :-).
¿Te has preguntado qué ganas interpretando rápidamente a los demás?. Cuando interpretas de manera certera e inequívoca a los demás, según tu certero análisis, estás posiblemente preparándote para lo peor. Que no te pille desprevenido. Protegerte de un desengaño, rechazo o de algo que no entiendes. Posiblemente esté siendo tu objetivo y no te das cuenta.
Nuevamente alerta, por favor. El miedo a lo desconocido, a lo diferente, a la incertidumbre, puede hacer que reacciones de manera desmedida e inadecuada al comportamiento de los demás.
Tu miedo te hará dependiente emocional
¿Dónde te has dejado aprender, conocer, enriquecerte con los demás?. Tu miedo te hará dependiente. Ejerce tu derecho a preguntar, y proporciona el derecho al otro a que se explique. Crea relaciones sanas en las que aprendas aunque sea para saber que esto no es lo que quieres. O quizá para descubrir nuevos enfoques que no habías tenido en cuenta.
La protección emocional excesiva alimenta tu dependencia emocional, reduce tu capacidad de aprendizaje y tu nivel de resiliencia. También se verá afectada tu capacidad de inteligencia emocional que permite conectar con los demás.
Valoras la bondad de una relación en función de cuánto te da en comparación con lo que tú le das
Es que yo siempre… y él/ella no… Cuando a él/ella le pasa algo yo siempre… y al revés no recibo lo mismo.
Y como conclusión valoras que no eres tan importante en esa relación como lo es para ti la otra persona. Te entristeces, te genera ansiedad, te incomoda. Has creado una dependencia de nivel de inversión en la relación. ¿Cuánto das tú?. ¿Cuánto te da la otra persona?. Si haces este esfuerzo por la otra persona, ¿por qué no recibes lo mismo?
¿Te has preguntado estas cuestiones alguna vez?.
Sin querer, consciente o inconscientemente, has caído en la trampa emocional de valorarte en función de lo que recibes. La dependencia emocional suele ser grande en estos casos. Pones tu autoestima en riesgo cada vez que la atención que interpretas de los demás resulta en “saldo negativo”. Es más, conviertes en lista de requerimientos certeros lo que tú consideras que debe ser una relación. Creas una relación basada en ciertas obligaciones que se necesitan cumplir recíprocamente.
Se te olvida algo. Tú eliges que inversión haces en cada relación. Eres tú, quién define lo que te hace feliz dar en cada relación. Si quieres dar más, hazlo. Si quieres dar menos, hazlo también. Tú eres parte de la relación y también decides. Dar para esperar que el otro te de lo mismo, te crea dependencia y cierra posibilidades y aprendizaje en una relación.
Tú tienes tu propio código de conducta. La otra persona también. Descubrir que coinciden o que son complementarios será enriquecedor para cualquier tipo de relación, profesional, personal, familiar o emocional. Y por supuesto, lo que te da la otra persona no define tu valía personal. Recuerda, tu valía personal la defines tú.
Conclusión
Permanece alerta a si tu comportamiento diario te acerca a ser dependiente emocional y no te das cuenta. Recuerda que:
- La inmediatez exigida en las relaciones de hoy en día te impide aprender a gestionar la incertidumbre.
- Tener miedo al rechazo y dar rodeos en tus conversaciones no te ayudará. Tienes derecho a preguntar y a pedir. También tienes la responsabilidad de asumir las respuestas de los demás.
- Acepta un NO por respuesta. No pasa nada. No significa más que un NO.
- Da a tus preferencias e intereses el mismo nivel de importancia que a las preferencias de los demás. Aprende a negociar y a enriquecerte.
- Aprende a gestionar tus propias emociones sin hacer responsable a los demás de cómo te sientes.
- El miedo es mal amigo de la autonomía emocional. Aprende a que tu miedo sea útil para ti.
- Cada uno actúa de una forma y eso no implica que nos valore menos. Compararlo con cómo tu actuarías mantendrá tu ansiedad y tu dependencia.