Acostumbrarse a vivir con ansiedad puede resultar muy perjudicial para tu salud emocional. Mantener un estado de ansiedad continuado te lleva a vivir en estado de alerta constante. En este estado emocional tu cerebro mantiene siempre activo el modo “búsqueda de errores, culpables y hechos negativos”. Cómo vives cada experiencia personal, familiar, personal o social se ve influenciada por el filtro de que algo negativo va a pasar, que no es segura la situación y que debes estar alerta constantemente por si vuelves a sufrir.
Este modo mental de afrontar las situaciones forma parte de nuestro sistema nervioso. Es importante que funcione para situaciones realmente de peligro o amenaza. Ahora bien, el ser humano tiene la capacidad de activarlo y mantenerlo en “modo on”, simplemente con la interpretación sesgada de las experiencias que vivimos.
Las experiencias pasadas, los miedos, las experiencias traumáticas y las emociones negativas no resueltas pueden hacer que este modo de afrontamiento esté en constante funcionamiento. De esta forma, se genera una forma de vivir cada nueva experiencia desde la ansiedad y el miedo.
Es en este estado cuando el foco de atención de la persona que vive con ansiedad se centra en la situación amenazante o en “pistas” que considera amenazantes, o en el resultado negativo que aventura que ocurrirá. Así, se prepara para prevenir o minimizar el posible dolor posterior o sufrimiento.
Vivir en estado de alerta constante no permite al cuerpo y a la mente descansar, recuperarse, y compensar el desgaste físico y emocional que provoca la ansiedad continuada. El cuerpo está preparado para afrontar situaciones estresantes de manera puntual pero no está capacitado para mantenerse en periodos prolongados de ansiedad.
Cómo dejar de vivir con ansiedad todos los días
Reflexionemos hoy cómo puedes aprender a dejar de vivir con ansiedad todos los días. Recuerda que sin tu voluntad de cambio y elección personal de superarte, el estado de alerta no desaparecerá.
Qué necesito hacer para dejar de controlarlo todo
Deja que las cosas fluyan
Cuando estás en constante estado de alerta mantienes tu amígdala en funcionamiento continuado. Así tu cuerpo y tu mente reciben señales para mantener activo el “modo defensivo”, lo que en muchas ocasiones te llevará a poner en marcha una acción impulsiva para contrarrestar. Incluso, una acción que puede que no sea la mejor en esa situación.
- Permanece atento a la primera señal de alarma. Respira y para un poco. Si luego quieres seguir con tu impulsividad, lo puedes hacer igualmente. Pero permítete, aprender.
- ¿Cómo podrías hacer para dejar que la situación fluya por sí sola?. Sabes que controlarlo todo y estar en constante anticipación no es demasiado productivo. Ya lo has comprobado muchas veces.
- Prueba algo diferente. Deja que la situación ocurra y confía en que si es realmente necesario, sabrás cómo afrontar lo que ocurra después. Habla con alguien en el momento que tu impulso de ansiedad te avise.
- Evita hacerte más daño al dejarte llevar por la impulsividad y urgencia que pide tu estado de alerta.
Déjate llevar por las distracciones
De normal, parece que no sea bueno dejarse llevar por las distracciones. Parece que tengamos que estar siempre con el foco muy atentamente activado. En esta ocasión utiliza las distracciones en tu beneficio. Tu cerebro necesita apartar la atención de lo que habitualmente te lleva a vivir en estado de alerta constante.
- En lugar de estar controlando todo, encuentra algo distinto que hacer. Puede ser algo divertido, un crucigrama, un hobby, escuchar a otra persona, leer un libro, ver las noticias, jugar con tus hijos, o acariciar a tu mascota. Lo que quieras, pero en vez de dejarte llevar por el impulso, decide qué otra actividad puede captar tu atención en ese momento.
Si tienes que luchar, lucha contra tus impulsos
La amígadala y todas las hormonas y caminos neuronales que se ponen en marcha son los responsables de tus acciones impulsivas. Esos impulsos retroalimentan de nuevo el estado de alerta.
- Así que, activa tu corteza prefrontal. Es ahí donde se encuentra la solución. Calmarás la amígdala dejando que la corteza prefrontal dirija las estrategias de afrontamiento más saludables para ti.
- Necesitas intencional y habitualmente buscar estrategias más saludables que no dejen paso a la urgencia destructiva a la que estás acostumbrado.
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Supera la mentalidad de escasez que activa la ansiedad
La vivencia de la mayoría de situaciones estresantes pone en marcha la “mentalidad de la escasez”. Bajo este foco de atención seguro que identificas todo lo que no tienes. Tiendes a pensar que no tienes suficiente:
- Dinero
- Valía
- Capacidad
- Amor
- Tranquilidad
- Seguridad
- Etc…
Este modo de focalizar tu atención causa enfado, ansiedad y/o tristeza. Puedes incluso obsesionarte con lo que consideras que te falta. Así activas entonces, y de manera constante tu “modo urgente defensivo”. Nuevamente se pondrán en marcha todos los comportamientos impulsivos que tienes aprendidos y que aparentemente te dan una “calma falsa” y muy puntual. Pero no resuelves la ansiedad de la próxima vivencia que experimentas con el mismo filtro de atención. La amígdala toma el control y no tiene en cuenta mejores soluciones para el largo plazo. Sólo pones en marcha soluciones a corto plazo que no aumentan tus recursos de afrontamiento y flexibilidad cognitiva.
Acabas destruyendo tu ilusión y motivación por vivir situaciones nuevas y cambios. Evitas los posibles peligros que anticipas en tu mente dirigida por la amígdala. Te mantienes protagonizando una vida con los mismos recursos psicológicos que siempre, sabiendo que no te ayudan a largo plazo y te proteges de superarte y crecer.
Elige intencionadamente activar la corteza prefrontal. En la corteza prefrontal se encuentran tus mejores capacidades cognitivas: creatividad, solución de problemas, toma de decisiones, aprendizaje… Prueba poco a poco estrategias diferentes:
Pon el foco en lo que tienes, no en lo que te falta
Revisa tu entorno laboral, social y familiar. ¿Qué tienes que te hace sentir bien?. ¿De qué te sientes orgulloso y agradecido?. Reflexiona sobre ti mismo: ¿Qué logros conseguiste en pasado?. ¿Con qué herramientas mentales y emocionales cuentas, que ya has puesto en marcha antes?
Clarifica tus prioridades
Las personas que viven mejor las situaciones difíciles y estresantes son aquellas que tienen sus valores y prioridades muy claras. De hecho, les es más fácil tomar decisiones en situaciones urgentes. ¿Cuáles son tus valores?. ¿Cuáles son tus prioridades en la vida?. ¿Qué es lo más importante para ti por encima de otras cosas?.
Anticípate con estrategias
Si has de anticipar que no sean miedos. Todavía no se han materializado. Pon el foco en estrategias que utilizarás cuando tus señales de alarma se pongan en funcionamiento. Prepara cómo evitarás dejarte llevar por impulsos ansiosos que sólo te protegerán momentáneamente y no solucionarán tu ansiedad a largo plazo.
Elige tomar riesgos razonables
Antes de se dispare tu amígdala y todas las sensaciones de ansiedad que sabes que sueles sentir, reflexiona. Haz acopio de lo que tienes y asume pequeños riesgos. Riesgos razonables en los que sepas que manejas un alto porcentaje de recursos necesarios para superar ese reto. Para ese porcentaje que crees que no manejas, permítete aprender.
Pon el foco de atención en el largo plazo
La ansiedad constante te proporciona una sensación de urgencia para que actúes impulsivamente o evites la situación que tienes delante. Busca un momento un poco más tranquilo y prepara estrategias a largo plazo que te permitan aprender estrategias mentales y emociones a largo plazo. ¿O te imaginas en 5-10 años viviendo todavía con este estado de alerta constante?.
Cuida tus mejores relaciones
La ansiedad puede provocar estados de aislamiento y reducir el número de impactos y vivencias positivas que nos proporcionan las relaciones personales. Es justo lo que necesitas para recuperarte y aprender otras estrategias. Tus mejores relaciones personales son tu apoyo. Son tu fuente de energía positiva para compensar el desgaste emocional que genera el estado de alerta constante. Mantén esas relaciones, cuídalas. No te castigues. Y procura poner el foco en sus experiencias. Comparte lo que te ocurre, pero de manera delimitada. Deja que tu cerebro expanda sus posibilidades escuchando a tus mejores amigos o a tus seres más queridos.
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Elige vivir emociones positivas
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Conclusión
- Vivir en estado de alerta constante perjudica tu salud emocional y tus capacidades cognitivas.
- La amígdala dirige las acciones urgentes que necesitas hacer cuando tienes miedo, estás enfadado o sientes ansiedad.
- Las estrategias que pones en marcha bajo tu estado de alerta sólo tienen un efecto a corto plazo y no solucionan el próximo momento de alerta.
- Elegir voluntariamente la activación de tu corteza prefrontal te permite aprender estrategias a largo plazo.
- Invertir en conscientemente aprender nuevas acciones ante nuestros miedos reducirá la ansiedad que te provoca el estado de alerta permanente.
- Ocuparte de vivir emociones positivas activa tu capacidad para afrontar situaciones difíciles o estresantes. Tu capacidad de resiliencia necesita de vivencias de felicidad.