Bienvenidos de nuevo. Espero y deseo que hayáis empezado el año con muchísima ilusión y energía. Es un momento estupendo, como ya sabemos, para reiniciar, y hacer borrón y cuenta nueva, de lo que no nos gustó. Y también es momento de dibujar nuevos escenarios, retos e ilusiones.
Seguro que has tenido ocasión de pensar en ello. ¿Eres de los que ya lo tiene todo preparado?. ¿Ya tienes un plan establecido de lo que harás este año?. O por el contrario, ¿prefieres ir con calma, ir viendo y buscar otro momento más adelante para pensar?. En cualquier caso, hoy me gustaría reflexionar sobre algunas ideas que, en ambos casos, creo que pueden servirte.
Además de los objetivos que estoy segura que tendrás en mente, me gustaría ampliar tu enfoque. Analizando siempre qué es lo que lleva a las personas a conseguir sus retos, la conclusión siempre es una. A parte de objetivos, las personas con éxito, demuestran buenos hábitos. Y estos hábitos les facilitan ser fuertes en el logro de sus objetivos. Superimportante. Piénsalo conmigo y verás. Son hábitos relacionados con:
- Su propio aprendizaje.
- El estilo de comunicación y de conversar con los demás.
- Los hábitos y diálogo interno emocionalmente saludables
- Tomar decisiones, de forma que sus respuestas y comportamientos son más conscientes y elegidos.
- Trabajar constantemente sus creencias.
Así que elige el objetivo que quieras, pero desarrolla buenos hábitos.
De este listado, ¿cuántos hábitos cumples?. ¿Cuáles ya tienes instaurados?. ¿Te gustaría asumir algunos más?
Vamos a ello, a ver por dónde podemos empezar.
Cómo ser fuerte para conseguir tus objetivos
Convirtiendo el aprendizaje en un hábito
Más allá de que leas muchos libros, artículos y asistas a cursos, masters, etc., la pregunta que me surge siempre aquí es, ¿estudias?. De verdad, ¿lo conviertes en aprendizaje útil para tu vida personal o profesional?. Sino es así, simplemente te quedas en buenos hábitos de lectura y escucha de posibles buenos ponentes. Un buen hábito de aprendizaje podría incorporar:
- Por supuesto, leer un libro, un artículo, asistir a formación on line o presencial, etc.
- Comprenderlo bien. Haz tu propia guía de trabajo para recordarlo. Haz uso de mapas mentales, esquemas y resúmenes de lo aprendido. Cuando realmente lo dominamos somos capaces de explicárselo a otros. Recuerda, “enseñar es aprender dos veces” (Joseph Joubert).
- Conviértelo en un cambio. ¿Dónde puedes aplicarlo y con quién?. ¿Qué beneficios te reportará?
- Prepara tu propio guión de trabajo para ponerlo en práctica.
- Pruébalo y evalúa los resultados. ¿Hay algo que se te ha escapado?. ¿Qué te falta por pulir?. ¿Has pedido feedback?
- Vuelve a ponerlo en práctica hasta conseguir los resultados que tú quieres.
- Incorpóralo dentro de tu repertorio de hábitos personales o profesionales.
- Felicítate por el logro y la evolución de tu aprendizaje.
Los buenos hábitos de aprendizaje te ayudaran a ser más fuerte en el desempeño de tu trabajo y en tus objetivos personales.
Buenos hábitos de conversación
¿Qué se llevan las personas de tu alrededor cuando conversan contigo?. ¿Les recomiendas lo que tienen que hacer?. ¿Sueles solucionarles el problema que te plantean?. ¿Escuchas y les cambias el planteamiento?. A veces, pueden ser éstos buenos objetivos. Ahora bien, ¿qué te parece si incorporaras otras formas de conversar?. ¿Cómo podrías hacer que tus conversaciones generaran emociones positivas, autonomía y aprendizaje?. Quizá, analizando tus conversaciones, podrías ampliar el número de ocasiones en las que:
- Ayudas a pensar en vez de recomendar lo que tienen que hacer
- Formulas preguntas que les activen su motivación
- Facilitas que busquen la solución a partir de sus mejores cualidades
- Impulsas a pensar nuevas alternativas que puedan analizar por ellos mismos
- Proporcionas feedback positivo señalando concretamente el comportamiento de éxito
- Facilitas el análisis de posibles mejoras reflexionando con la otra persona y permitiéndole elegir las acciones de cambio
- Ante peticiones de ayuda, buscas concretar exactamente cuál es la demanda concreta
Crear conversaciones que impacten en los demás, te proporcionará una gran fuente de autoestima al mejorar tus relaciones personales.
Diálogo interno emocionalmente saludable
Cuidarse emocionalmente, cómo hábito, no solo cuando estamos en situaciones difíciles. Es uno de los grandes hábitos de las personas que mejor abordan el día a día y los momentos de mayor exigencia. La reflexión sobre sus vivencias y el permitirse sentir sin reprimirse, habitualmente les acompaña. Dedicar un tiempo a las emociones más incómodas para ver cómo se pueden regular, solucionar y redirigir. Son hábitos que previenen el desgaste emocional del día a día. En general, cuanto más tranquilo estés contigo mismo y más consciente de tus emociones seas, más salud emocional disfrutarás. ¿Qué te parecería si este año crearas nuevos hábitos con respecto a tu salud emocional?. Recuerda que puede ayudarte hábitos como:
- Pensar desde la tranquilidad sobre lo que te pasa por la cabeza
- Buscar el sentimiento que te producen tus pensamientos
- Pensar sobre lo que sientes
- Preguntarte qué pista te están aportando tus emociones sobre lo que necesitas
- Perdonarte
- Animarte y felicitarte
- Comprenderte
- Identificar claramente tus miedos sin juzgarte por ello, usándolos como palanca para el aprendizaje y el cambio
- Hacerte cargo de aquello que llevas mucho tiempo evitando: personas, emociones, recuerdos, situaciones…
- Tomar decisiones desde la tranquilidad de que tienes derecho a elegir, sin importar si es la opción más o menos válida para otros
- Ponerte límites hacia a ti o hacia los demás para protegerte para cuidarte. No condiciones, las condiciones suelen ir acompañadas de evitación. La evitación multiplicará siempre una emoción negativa en el tiempo. Hablamos de límites. Por ejemplo, el tiempo y la cantidad de preocupación que dedicaremos a un tema. O límites hacia determinadas persona o actitudes.
Sólo cuando estos hábitos seas capaz de proporcionártelos a ti mismo, conseguirás aportarlos de verdad a los demás.
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Tomar decisiones
No tomar decisiones es limitar nuestras fuentes de aprendizaje. ¿Podemos equivocarnos?. Depende como lo mires, la equivocación supone que hay un criterio correcto e inamovible. En pocas cosas lo hay. Lo que ocurre es que cuando tomamos una decisión, los resultados pueden cumplir o no las expectativas que teníamos. ¿Tomaste una decisión y no dio los resultados que esperabas?. Bueno, aprende para la próxima vez. Amplia tus miras cuando tomes decisiones para valorar mejor las posibles consecuencias y resultados. Para ti y para los demás. Pero no dejes de tomar decisiones. Cuando tomes decisiones:
- Analiza desde tu experiencia.
- Pide opinión sobre posibles resultados y significados de tus decisiones. Para ampliar tu perspectiva. Evita pedir la opinión de si tomarían esa decisión o no. Las demás personas no son tú. No tienen tus necesidades, ni están en el momento vital que estás tú.
- Busca siempre que esa decisión sea el resultado de tus prioridades y preferencias. Evita tomar las decisiones desde la ansiedad o la culpa.
- Asume que las decisiones son solo elecciones y que tienes derecho mañana a cambiar de opinión.
- Absorbe la idea de que tomar decisiones te proporciona una sensación de autonomía que nadie puede darte.
- Las decisiones son preferencias que necesitan dar respuesta a tus prioridades vitales, personales y profesionales.
- Tomar decisiones es alimentar nuestras fuentes de autoestima y de aprendizaje.
La práctica intencionada en tomar decisiones te ayudará a ser más fuerte. Toma decisiones, hasta de lo más sencillo. Practica. Aumentarás tu capacidad para situaciones posteriores más difíciles.
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Trabajar tus propias creencias
Las creencias son la esencia de cómo te ves a ti mismo, a los demás, al mundo y al futuro. Se crean como consecuencia de nuestras experiencias y vivencias. Desde nuestra infancia y están en constante cambio y aprendizaje. En muchas ocasiones, se mantienen y se vuelven rígidas ya que ponen el foco en la información que corrobora tu propia creencia. Con lo que se alimentan constantemente. Y así te evitan poner atención a posible información que contradice tu creencia. Si una creencia se vuelve inflexible y rígida, seguramente esté cumpliendo la función de protegerte de algo. ¿De qué necesitas protegerte y estás evitando?.
Cuestionarse nuestras propias creencias habitualmente es una de las mejores formas de crecer. Por ello es bueno que:
- Analices creencias que tienes desde hace mucho tiempo.
- Revises creencias aprendidas de personas significativas y de etapas anteriores de tu vida.
- Reflexiones si realmente son tan incuestionables y ciertas y qué te están aportando. ¿Te aportan crecimiento o protección?.
- Analices si las creencias que tuviste anteriormente te sirven en tu momento vital actual.
- Ponlas a prueba para ver si realmente son como tú crees.
Conclusión
- Aprende para que puedas crecer creando nuevas experiencias que puedas contrastar.
- Conversa de forma que se lleven de ti mayor autonomía, motivación y aprendizaje.
- Haz que tu diálogo interno sea constructivo, te va a acompañar siempre.
- Toma decisiones no como prueba de tu inteligencia sino como fuente de autoestima y crecimiento.
- Cuestiona regularmente las creencias que te han hecho llegar al día de hoy.