
Parece que últimamente me encuentro con muchas personas, que sin darse cuenta buscan la “anestesia emocional y mental”. Cierto es, que dados los constantes eventos, más o menos extraordinarios que vivimos, (DANA, apagones eléctricos, trenes…), la mente y nuestras emociones, pudieran necesitar descansar.
Y además, casi lo tenemos perfecto. Tenemos a nuestro alcance toda clase de distractores, nuevas tecnologías, (depende de si hay energía eléctrica, claro) la inercia y dinámica de cada cual en su día a día, responsabilidades y obligaciones, etc. Ah, incluso el uso no prescrito de medicación al uso.
Lo dicho, descansar y desconectar, puede ser necesario. Ahora bien, convertir en hábito, el evitar pensar y sentir para conseguir una anestesia emocional y mental, ya no es tan sano psicológicamente hablando.
Yo quiero o no quiero…
En artículos anteriores hice referencia a mi sobrino, peque de casi 3 años . A poco que le prestes atención (y tiene toda mi atención), es una fuente constante de recordatorios y aprendizajes para no olvidar.
¿En qué momento los adultos pierden el “yo quiero”, el “esto es mío”, y el “NO”?
Estas 3 premisas son las palabras favoritas ahora mismo de mi sobrino. Y es genial . Otra cosa es que como adulto ¡sepas encajarlo!
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Pero vamos al foco.
“Yo quiero”, en idioma “nene”, significa “quiero hacerlo yo”.
Parece que ahora mismo, a los adultos les es más fácil, leer cualquier frase de autoayuda, o hacerse con cualquier mensaje breve, tipo receta rápida, encontrado en las redes sociales, o que alguien les ha comentado. Y se aferran a ello como si fuera un planteamiento mágico que, a corto plazo, (a largo, no se sostiene, y volvemos a empezar), les funciona y les ahorra cierto sufrimiento, o cierto debate mental. O poner el foco en cualquier cosa, que atraiga su atención para anestesiarse de lo que les preocupa o sienten.
Quizá necesitemos recordar, como hace mi sobrino, las bondades de:
- Hacer las cosas por nosotros mismos; probar, experimentar…. Y no solo tareas, también a nivel mental, emocional y conductual sobre nosotros mismos.
- Descubrir qué pasa si pruebo esto, aunque esto nos conlleve algún “chichón”, mental o emocional
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- Permitirnos encontrar el punto exacto en el que, ahora sí, necesito ayuda, “pero primero he de probarlo yo”. No me ayudes desde el principio.
- Descubrir lo que me gusta y lo que no. Lo que me da bienestar y lo que no.
- Arriesgarnos a tener un diálogo interno que nos permita aprender. La “auto charla” de los niños jugando, es un gran ejemplo de atreverse a imaginar, y organizar lo que les pasa por la cabeza.
- Arriesgarnos a sentir, aunque lo que sintamos sea incómodo.
La realidad de la anestesia emocional y mental
Para que seamos consciente de cuánto los adultos, en muchas ocasiones evitan todo esto, os comento la principal demanda de muchos clientes en las sesiones:
- “Quiero que esto no me afecte”
- “Estoy cansad@ de tener esta preocupación en la cabeza”. No quiero pensar más en ello.
Se busca constantemente la anestesia emocional y mental, de forma que aparentemente al adulto le permita vivir en paz. Y nada más lejos de la realidad. Empieza a admitirlo. No es un problema que sientas lo que sientes, ni que tengas preocupaciones mentales. El problema es que no “les haces caso”. El “yo quiero” infantil, nos recuerda la necesidad de que te arriesgues a ser protagonista y asumas la responsabilidad de lo que piensas y lo que sientes. Tu cerebro es la mejor ayuda, si aprendes a como abordar las pistas mentales y emocionales que te proporciona. Si quieres paz mental y emocional, necesitas hacerte cargo de lo que te pasa por tu mente y por tu corazón. Deja de evitar.
Y tú, ¿practicas el “yo quiero” con lo que sientes y piensas, o buscas incesantemente, la anestesia emocional y mental?
“Esto es mío”, en idioma “nene”, significa darse la oportunidad de definir seguridad y certidumbre en relación con el entorno.
A la edad de 3 años, ya está muy presente la relación con otros amiguitos, el cole, etc. El niño se ve en entornos mucho más grandes en el que intenta garantizar cierta certidumbre, qué cosas son suyas que le proporcionan seguridad e identidad, y su propio espacio personal. Así va aprendiendo. Los demás empiezan a no ser una amenaza, en la medida que el niño marca lo que es suyo y es respetado, o encuentra cierta forma de llegar a un acuerdo con el entorno. Y la frase, “esto es mío” les permite garantizar la demanda a los demás de respeto a su propia calma y seguridad.
¿Y los adultos?. ¿Y tú, cómo vas en el hábito de garantizar tus espacios personales y tus momentos?
¿En qué momento como adulto, dejaste de practicar la protección de…?:
- Tú tiempo.
- El espacio físico.
- Determinado momento personal.
- Espacios de descanso.
- Tus momentos de concentración.
- Hacer la digestión emocional de lo que vives.
- Aprender a tener un diálogo interno saludable.
- El respeto a lo que necesitas y no necesitas para sentirte bien.
- Poder pedir ayuda o pedir que no te ayuden.
- Tu seguridad psicológica
- La capacidad de practicar la vulnerabilidad selectiva.
- Tu capacidad de elegir cuánta energía inviertes en según “qué guerras del día a día”. O incluso de elegir que “ahí no quiero estar o que esto no es mío”.
Piénsalo, ¿te vendría bien practicar, “esto es mío” con más frecuencia?
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“NO”, en idioma “nene”, significa “NO”. Cualquier otro sucedáneo no es válido.
Seguro que lo has comprobado. Cuanto un niño dice NO, es NO. ¿En qué momento los adultos, perdieron la capacidad de expresar tan claramente lo que quieren o no quieren, sobre todo este último?.
El uso del NO, permite a niños y adultos establecer límites. En nuestro desarrollo adulto, aprenderemos a negociar, acordar o a decidir que ese, NO, es absoluto. Es importante aprender todas estas opciones.
Frecuentemente, en las sesiones me encuentro este objetivo de desarrollar la capacidad y el permiso de poder decir NO:
- A familiares y amigos.
- En el trabajo.
- En relaciones tóxicas.
- En relaciones con jefes, equipo, o compañeros de trabajo.
- A sí mismos…
La falta de práctica del NO, conlleva necesariamente la práctica de la anestesia emocional y mental. Al no permitirte poner límites en las relaciones con los demás, asumirás normalmente un alto desasosiego, mental y emocional. De este agotamiento, sentirás la necesidad de huir para no sentir… este malestar. Distracciones, automatismos, inercia diaria… te ayudarán aparentemente a no sentir y pensar. Es decir, te llevarán a esa anestesia emocional y mental. Ahora bien, el cerebro que es muy sabio, subirá “su volumen”, para recordarte que no decir NO, no te sienta bien. Y está esperando a que tomes alguna decisión que restablezca tu bienestar.
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Entonces, resumiendo, … y para no caer en la anestesia emocional y mental.
- Tienes permiso para practicar el “YO QUIERO” (quiero hacerlo yo)
- Usa cuanto necesites el “ESTO ES MÍO” para garantizar certidumbre y tu propio espacio personal en la relación con los demás
- El uso del “NO” es saludable, no, lo siguiente.
- La anestesia emocional y mental es el mayor riesgo psicológico en el mundo actual.
- Garantizar la infelicidad y la insatisfacción personal viene de la mano del intento constante de no hacerte caso.
- No escucharte, tanto a nivel mental como emocional, no te ayudará.
- Deja el “piloto automático”, no funciona.
- En las últimas semanas, he recomendado a varios clientes, que más allá de una reflexión racional guiada sobre la que hemos trabajado, escuchen a su estómago. Ambos enfoques ayudan a hacer un trabajo psicológico más completo acorde con “YO QUIERO”, “ESTO ES MÍO” y “NO ES NO”.