En muchas relaciones personales, sociales, laborales, familiares encontramos relatos en los que uno de los participantes de la conversación se siente atacado. Y puede que no sea un ataque personal. Existen, como comentamos en artículos anteriores, conductas muy tóxicas que crean al final, relaciones de manipulación, abuso, y desprecio de la persona que recibe este tipo de verbalizaciones.
Ahora bien, hay otros muchos tipos de conversaciones diarias en, prácticamente todo tipo de relaciones, en las que se reacciona a una verbalización como si fuera un ataque personal, y no lo es tanto.
Las emociones más difíciles se disparan en segundos
En una relación de pareja, puede que escuchemos:
- Persona A: Ah, te quería comentarte que he quedado con…
- Persona B: Ah genial, vamos entonces. ¿Cuándo hemos quedado?
- Persona A: !No, no lo entiendes, he quedado yo con esta persona!
- Persona B: ¿Cómo?, ¿Entonces no puedo ir contigo?. Es que nunca cuentas conmigo.
- Persona A: ¡Oye estoy cansad@ de que me controles! ¡Te he dicho que he quedado Yo, no tú!
- …..
Cualquier ejemplo similar, puede servirnos en otros contextos, laborales, sociales…
A excepción, de que esta conversación pudiera formar parte de un patrón más amplio de conversaciones manipuladoras, necesitamos respirar y pararnos a pensar si esta conversación así, lleva a alguna parte.
Podemos imaginar, como se han activado las emociones de ataque y defensa en cada participante de esta conversación. Y que probablemente, cada uno de ellos acabe enfadado por un largo rato. Se dificulta así, la relación diaria con esta conversación y muchas más que se pueden dar a lo largo del día. En este ejemplo, uno se va a sentir desplazado, y el otro se siente controlado y atacado.
En la mayoría de este tipo de conversaciones, cuando con calma, profundizas en porqué se dice lo que se dice, y entiendes qué hay detrás, los propios participantes se sorprenden.
Conversamos desde donde sentimos y desde nuestra propia interpretación
Lo sabemos. Hemos explicado en otras ocasiones, que nuestro Sistema Nervioso Simpático, en este tipo de conversaciones, te pone en un estado de alerta que se retroalimenta con otras conversaciones anteriores en las que también has sentido un ataque personal. O al menos lo has interpretado así.
La inteligencia emocional te ayuda a identificar con mayor consciencia y calma, cuándo algo no te encaja, y dispara unas señales físicas de malestar. En vez de alimentarlas internamente con:
- Pensamientos anticipatorios negativos: “es que ya estamos otra vez, siempre va a ser igual”…
- Juicios de valor: “Mi pareja es muy controladora…”
- Búsqueda de evidencias pasadas que confirmen la conversación actual (de forma negativa, claro)
En vez de caer en estas trampas e interpretar la conversación de manera catastrófica, y considerar todo como un ataque personal, necesitas aprender a regular las emociones en el momento que ocurren. Sí, luego se puede aclarar la situación , pero tiene más coste emocional para ambas partes.
Como en el ejemplo, y en otros muchos contextos se conversa desde dónde cada uno siente y desde cómo cada uno interpreta la conversación, contexto y situación. Es fácil interpretar, muchas conversaciones, como un ataque personal. De verdad, no todo el mundo va atacando con intención. A veces, es una cuestión de no saber explicarse claramente, usar formas de conversación que esconden o no clarifican las verdaderas demandas, o de haberle dado otro sentido al tema en cuestión. No suele haber tantos ataques personales intencionados en las conversaciones.
Regular tus emociones en tiempo real
Lo que sí hay, son emociones distintas sobre una misma situación. Enfoques distintos sobre un problema. Interpretaciones diferentes sobre una misma conversación. Vivencias y miedos anteriores que nos marcan. Y si nos dejamos llevar, por juicios de valor y conclusiones rápidas impulsadas por las señales de alerta, la conversación no va a acabar bien. Esas señales de alerta, se multiplicarán y las emociones serán demasiado intensas para discernir si realmente es un ataque personal o no. Puede que simplemente, como descubrimos en el ejemplo, la persona B eche de menos estar con la persona A, y no encuentra la oportunidad. Con lo que tiene el foco de constantemente buscar opciones, lo que es leído por el otro como control.
No quiero decir, que siempre en este ejemplo de conversación sea ese el aprendizaje. Lo importante es descubrir qué hay detrás de cada mensaje y cómo se expresa.
Justo cuando sientes la señal de alerta, es cuando necesitas aprender a regular esa emoción. Después, se puede también, pero el esfuerzo a realizar es más alto y las consecuencias de una mala conversación suelen generar destrozos en la relación.
Regular tus emociones en tiempo real para salir de la conclusión de “un ataque personal”, requiere de consciencia y calma. Calma de las reacciones físicas que te está causando esa conversación. Consciencia para discernir internamente, por dónde está discurriendo tu diálogo interno.
Ante conversaciones que te disparan la alerta de un ataque personal…
- Respira
- Usa un diálogo interno de calma y aceptación de tu reacción emocional
- Las emociones están ahí para protegerte, pero puede que te protejan en exceso y sin necesidad.
- Chequea si la alerta es necesaria o no.
- Antes de interpretar, puedes preguntar si estás entendiendo realmente lo que el otro quiere decir.
- Puedes averiguar el motivo por el que el otro dice lo que dice para no sacar conclusiones precipitadas.
- Escucha bien lo que te dice antes de reaccionar e interpretar.
- También puedes aprovechar para explicarte por qué tú dices lo que dices. El otro puede que también esté interpretando lo que dices de una manera distinta a tu intención.
- Busca aclarar la situación, conversación, con el fin de que las emociones de ambas partes se calmen.
- La calma permite a nuestro sistema cognitivo usar más estrategias de acuerdo, compasión, y entendimiento, que las emociones de alerta como rechazo, miedo o frustración.
- Recuerda que aún en el caso de que descubrieras que sí, que la intención del otro era realizar un ataque personal, tú puedes desvincularte de ese ataque. Un ataque personal está basado un un juicio de valor rápido y subjetivo. No tienes por qué comprar su interpretación subjetiva. Tanto si es o no un ataque personal intencionado, son las necesidades y miedos de la otra persona lo que hace que se comunique así contigo. Nada tiene que ver con tu identidad personal. Las opiniones subjetivas y sin base, no definen quién eres en realidad.
- Las formas en las que conversan los demás hablan de sí mismos no de ti.