Para qué usas etiquetas y diagnósticos fáciles

Las etiquetas y los juicios de valor proporcionan una “caja” simbólica en la que encuadrar a los demás o a uno mismo. Es como si estuvieras ordenando tu casa y tu mundo en categorías de “cajas” para saber qué encontrar. Estas cajas te proporcionan una falsa seguridad de qué esperar de las personas, o incluso de ti mismo. Sin sorpresas, pero también, sin cambios ni posibilidad de evolución ni aprendizaje. Ya no esperarás nada más de esa persona porque ya sabes lo que es. Tampoco esperarás nada de ti mismo, porque “eres así”. 

Es clave entender que cada vez que etiquetas a una persona o a ti mismo, estás haciendo un ejercicio de protección poco certero y poco motivador. Se usan las etiquetas, los juicios de valor, y los “diagnósticos fáciles” para protegerte de cómo son y que no te hagan daño. Así sabes, cómo acercarte o no a esa persona. De esta forma, parece que tengas más claro a qué atenerte con esa persona. También parece más fácil y más resignado, desde luego, etiquetarse a uno mismo para protegerse del cambio y de los retos del aprendizaje. 

Más apreciación y descripción de retos

Las personas no somos “esto o aquello” las 24 horas del día, ni los 365 días al año. Somos un cúmulo de hábitos más o menos conscientemente desarrollados que aplicamos en las 4 áreas clave: personal, familiar, social y laboral. 

Tenemos más facilidad para unos hábitos (comportamientos consistentes en el tiempo) y menos facilidad para otros. Ni el hábito más practicado, lo aplicamos las 24 horas del día, ni los 365 días al año. Porque tenemos la capacidad de discernir, si ese hábito es útil en esta situación o con esa persona. Y ese es el reto, practicar cuántos más recursos personales mejor y hacerse sabio para discernir cuando aplicarlos. Así se construye la autoestima, con la intención voluntaria de superarse en cada reto. 

Por ello, es mucho más saludable y cuidará más de tu autoestima identificar hábitos/conductas de ti mismo o de los demás. Y en ese momento, discernir qué respuesta es más adaptativa para la situación, y desde luego más saludable para tu autoestima. 

Lo escucho a menudo. Clientes que tienen a etiquetarse y diagnosticarse de baja autoestima. Cuando exploras, solo hay un área o algunas situaciones concretas en las que necesitan mejorar su desempeño personal. No necesitas protegerte de ti mismo o de los demás constantemente. Es mucho más saludable, describir cuál es el reto contigo mismo o con los demás en esa situación concreta. No es lo mismo ni tiene el mismo impacto en tu autoestima decirte constantemente “no soy buen@  para trabajar en equipo” que “necesitaría aprender a cómo afrontar y reaccionar a las críticas”. 

Más apreciación, por favor

Quizá además, si eres un “adict@ a las etiquetas o juicios de valor”, tengas un reto ahora mismo. Aprender a ser más apreciativ@. (Siguiendo con el ejemplo anterior). ¿Cuándo sí que afrontaste una crítica?. ¿Cómo hiciste para responder y mantener una conversación útil y amable con esa persona?. ¿Qué uso hiciste del feedback que te proporcionó aquella persona?. ¿Cómo te sentiste después?. ¿Cómo podrías aplicarlo o mejorar tu forma de relacionarte con esa persona hoy que te ha proporcionado una crítica?. 

El enfoque apreciativo nos permite focalizar nuestra atención en cuándo sí que respondimos como nos gusta, cuándo sí respondimos de acuerdo a nuestros valores y prioridades, cuándo tu respuesta permitió afrontar la situación….

Aplícalo contigo y con los demás. Ni tú eres ….. (pon la etiqueta que quieras) siempre y no tienes remedio, ni los demás tampoco. En vez de protegerte y asegurar que todo siga igual, afronta y haz crecer tu autoestima, y posiblemente la de los demás.

Más compasión y menos etiquetas

Sí, compasión, no pena. Esa es la diferencia en psicología. Comprensión + compromiso en una acción, es lo que llamamos compasión. Es un hábito que mereces aprender hacia ti mism@ y hacia los demás. No es lo mismo un diálogo interno, en el que constantemente te etiquetas, y te aplicas un juicio de valor que te inmoviliza que aplicar auto compasión. Atrévete a comprender porque sueles actuar así en esas situaciones y comprométete con un cambio aunque sea pequeño. 

No es lo mismo, etiquetar y juzgar a alguien cerrando cualquier posibilidad de mejora en esa relación, que mostrar compasión. Atrévete a explorar qué está necesitando esa persona o qué necesitas tú hacer diferente para mejorar esa relación. 

Cambiamos y aprendemos mejor cuando somos más fuertes y más positivos, no cuando sentimos negatividad, debilidad y falta de ayuda
David Coperrider.

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