!Bienvenid@ de nuevo! Espero que hayas tenido oportunidad de descansar y disfrutar o puedas tenerlo en breve. Sea como sea, me gustaría hoy analizar algo que suele ocurrir cuando nos tomamos un permiso para descansar y desconectar.
En periodos de descanso y vacaciones, seguro que has podido dejarte llevar, o has planificado aquellas cosas que son importantes para ti hacer en ese espacio de tiempo. Felicidades, quizá no lo hacías desde hace tiempo. Los periodos planificados de descanso suelen permitirte tomar decisiones que con la inercia de las responsabilidades y el trabajo del día a día, quizá no te permites.
Ahí, mi mensaje de hoy. De la forma que sea, estarás volviendo en breve a tu normalidad, a tus rutinas y tus responsabilidades. Y eso está genial. Me gustaría que esta vez, te llevaras lo aprendido en tus momentos de vacaciones. Ya que la inercia del día a día puede hacerte entrar en una espiral nuevamente de no disfrutar con tu vida. ¡Y no es justo que disfrutes de la vida solo en vacaciones!
Inercias las justas y saludables
La inercia. Ese estado de, podríamos decir fluidez que te permite automatizar ciertos hábitos que están incorporados en tu día a día. Forman parte de ti, y casi ni piensas en “lo hago o no lo hago”. Siempre que hablamos de habilidades, comentamos que lo importante es crear hábitos. Y ese es el nivel mayor de éxito, porque has conseguido que forme parte de ti. De tu forma de ser y de actuar.
Ahora bien, las personas somos capaces de generar por inercia tanto hábitos saludables, como tóxicos, para nosotros mismos. Si habitualmente ya tienes el hábito del deporte, seguramente en vacaciones habrás mantenido, más o menos, ese hábito por inercia. Casi ni lo piensas. Está incorporado en tu día a día. Y además, es un hábito con una inercia saludable.
Ahora bien, antes de tus vacaciones, seguramente desarrollaste por inercia otra serie de hábitos que no son tan saludables para ti. Ojalá que los hayas detectado en vacaciones, y tomes la decisión de cambiarlos. Normalmente es posible que muchas personas entraran en estas inercias:
- No descansar lo suficiente.
- Comprometerse en exceso, diciendo que SÍ a todos.
- No pararse a pensar y reflexionar con calma.
- Convertirse en adictos de la hiperactividad.
- No dejarse espacios programados para ver que se siente.
- Evitar emociones difíciles, y seguir adelante a pesar de ellas.
- No reservar con antelación tiempo para actividades que te gustan y te hacen sentir bien.
- Tomar decisiones sobre la marcha, sin tenerte en cuenta.
- Funcionar en el día a día, siempre con un “ruido mental” de fondo, que fomenta el pensamiento en bucle.
¿Te suena alguna de estas inercias?. ¿Las has detectado en tu periodo de descanso?. ¿Te has cansado de ellas lo suficiente para hacer cambios?.
Foco para escucharte
En este periodo de vacaciones quizá te hayas permitido levantarte con calma una mañana, y pensar y sentir, qué te apetece hacer o no hacer. Y a partir de ahí, has tomado una pequeña/gran decisión de hacer o no hacer algo ese día. ¡Y te has sentido super bien!. Desde ahí, has diseñado tu día para hacer determinadas actividades, no hacer otras, estar con unas personas, no estar con otras… ¿A qué ha sido genial?. Si has hecho esto varios o muchos de los días… ¡fantástico, esto ha sido una inercia saludable!.
Recuerda que este pequeño hábito lo has podido hacer, porque te detuviste a pensar y sentir sobre tus necesidades y sentimientos. Te escuchaste, sin dar prioridad a otros, primero tú y luego los demás. Y así conseguiste, fíjate, tener mejor disposición, humor y escucha para los demás.
Seguro que hace unos meses, cuando estabas en tu “rutina del día a día” no te permitiste esto. La inercia de las demandas de los demás, se convirtió en tóxica, no dejando espacio para esta inercia tan saludable, que practicaste en periodo de vacaciones. ¿Quieres llevártela y no olvidarla cuando vuelvas de tu descanso vacacional?. ¿O vas a pasar los próximos meses sin volver a prestarte atención?.
Pequeños rituales de bienestar
Seguro que en vacaciones has tomado pequeñas, pero geniales, decisiones de bienestar diario. Tomar un desayuno con calma, tener una charla con un familiar o amig@ periódicamente, hacer siestas, leer, actividades al aire libre… Y las has mantenido casi sin pensar. Te salieron de forma automática y lo mejor, te han hecho sentir muy bien. Casi, o del todo, en paz contigo mism@. Y es que dedicarnos tiempo a solas o en compañía es un ritual, hábito super saludable al que como has visto es fácil acostumbrarse. ¿Por qué abandonarlo a tu vuelta de vacaciones?.
Ya sé, me dirás que hay menos tiempo, responsabilidades, obligaciones, etc… Te lo acepto, todo lo que tú quieras. Pero, ¿vas a abandonar esta inercia tan saludable hasta tus próximas vacaciones?. Yo no le veo mucho sentido. Acércate todo lo posible, a tu vuelta de vacaciones a mantener estos “rituales de bienestar”. Da igual, si es menos tiempo, si es menos frecuente. De verdad, que lo importante es que lo incluyas y forme parte de tu vida. No lo abandones, mantenlo de la forma que sea. Tiene innumerables beneficios en tu mente y en tu inteligencia emocional. Te recarga, descansa, centra… El agotamiento emocional de las temporadas más laborales, no viene por la cantidad de obligaciones que uno tiene. El agotamiento viene de no tomarte descansos y de no realizar estos pequeños rituales que te restauran para seguir con lo más difícil. ¿Qué vas a decidir entonces?.
Intentarlo sin pretender ser perfecto
Inercias las justas, sobre todo con el perfeccionismo. Estoy segura, de que en tu periodo de vacaciones has intentado, un juego nuevo, una actividad, o deporte nuevo, y te has reído un montón con las veces que no te salía como esperabas. Daba igual, lo importante era reírse, compartir y pasar un buen rato. ¿A que sí?. Te has permitido hacer algo que no dominabas sin juicios ni ataques personales. Incluso si has seguido practicando, habrás mejorado en relación a cuando empezaste. Y no ha sido tan difícil. No te estabas presionando.
¿Qué ocurrió hace unos meses cuanto no tenías vacaciones aún e intentaste algo, te equivocaste? Ya fuera a nivel laboral, familiar, personal o social, seguramente fuiste mucho más exigente y perfeccionista contigo mismo. Y surgieron una cantidad de pensamientos negativos sobre ti mismo que te generaron ansiedad porque te dejaste llevar por ellos. Bajo la creencia de que debes ser perfecto, un sinfín de inercias tóxicas no te dejaban ni aprender ni disfrutar.
Volvamos a la inercia saludable que has aprendido en vacaciones. ¿Y si la recuerdas la próxima vez que te equivoques en algo en tu día a día?. ¿Qué te parece si te llevas ese aprendizaje y lo incorporas como algo habitual en ti?. El permiso para aprender, equivocarte, mejorar, reírte de ti mismo y compartir tu vulnerabilidad con tus personas de confianza. Ahí te lo dejo. De ti depende, que inercia saludable o tóxica quieras seguir manteniendo a tu vuelta de vacaciones.
Charlar con calma para compartir vulnerabilidades
¿Qué tal fueron esas charlas al atardecer, o al amanecer, a la hora de la siesta, sin tiempo, y sin reloj…?. Sobre todo si te fijaste, eran charlas sin juicios, tenías toda la escucha del otro, y tu diste toda la escucha al otro. La sensación de bienestar, al compartir confidencias y vulnerabilidades, te hicieron sentir realmente bien. Me recuerda a una frase que me identifica, y me encanta, y hay que recordar quien escribe y se expresa mejor que uno:
Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad.
Julio Cortázar
Eso, justo, eso. Seguro que lo has experimentado o de verdad, espero que tengas la ocasión. Esas conversaciones en las que uno se siente “un gato” aceptado y querido tal como es. Seguro que en alguna ocasión, con alguna persona, has tenido este tipo de conversación. Y tú mism@ la has facilitado. ¿Cómo os sentisteis?. Es genial, sentirse escuchado sin juicios, miedos, protección, con toda la tranquilidad, de que quien te escucha, te aprecia y te valora en tu felicidad, en tus debilidades y en tus características.
¿Qué tal?. ¿Dejamos ya para las próximas vacaciones esta genial sensación?. ¿O podría ser una inercia saludable que mantener en tu vida?. Evita caer nuevamente en la inercia tóxica de las prisas.
Ser compasivo
Excelente inercia saludable la de ser compasivo, si te lo has permitido en vacaciones. Suele ser una de las más olvidadas en el día a día cuando uno vuelve a las rutinas laborales o familiares. Piénsalo, en estos días es posible que hayas:
- Prestado más atención a tus sentimientos y a los de los demás.
- Conseguido sentirte conmovido por ti mismo o por los demás.
- Aceptado quizá el sufrimiento de situaciones difíciles sin hacerte más daño a ti mismo.
- Practicado el “no juicio” hacia ti mismo o hacia otros.
- Recordado escenas y vivencias que te hacen sentir bien para recomponerte emocionalmente.
- Hecho un esfuerzo por regular tus pensamientos más difíciles.
- Participado en actividades divertidas y placenteras para “descargarte” un poco de determinados “pesos emocionales” que llevas contigo.
Si has practicado estos hábitos saludables, seguro que han sido unas inercias beneficiosas para ti. Ahora, no las olvides, por favor. Llévatelas contigo en tu día a día. Aunque la vuelta al trabajo sea más difícil o las responsabilidades te presionen. Es justo cuando más las vas a necesitar.
Resumiendo las inercias saludables
- Foco para escucharte.
- Pequeños rituales de bienestar.
- Intentarlo sin pretender ser perfeccionista.
- Charlar con calma para compartir vulnerabilidades.
- Ser compasivo.