Querer mejorar y dar lo mejor de nosotros mismos, es un valor excepcional que nos mantendrá en el camino del aprendizaje. Por el contrario, el perfeccionismo obsesivo multiplicará tu ansiedad. Te mantendrá en un camino de constante insatisfacción.
¿Eres de los que piensas constantemente si tu trabajo estará bien hecho?. ¿Te obsesionas pensando que hasta que no lo tengas todo bien organizado y terminado no puedes descansar?. ¿Te calificas negativamente sino estás haciendo algo todo el tiempo?. ¿Piensas que no haces suficiente por tus seres queridos?. Cuidado, aquí, es donde tu perfeccionismo te hará sentir una ansiedad constante y gratuita que no te dejará sentirte en equilibrio contigo mismo.
Tu perfeccionismo obsesivo multiplicará tu ansiedad
Cuando te sientes estresado, tu amígdala envía a tu cerebro la orden para que se disparen todas las alarmas. Tu neuroquímica cambia y la testosterona, la norepinefrina, y el cortisol se disparan. Este nivel hormonal te facilita pensar en negativo, luchar defensivamente y estar en constante tensión muscular.
Las sensaciones de estrés están ahí para señalarnos que ante una situación que interpretamos como negativa, necesitamos más lucha, más defensa y recursos distintos a los habituales. Ahora bien, en el caso de que constantemente aumentes este nivel de alerta con mensajes del tipo: “no está del todo bien”, “no he hecho lo suficiente”… se multiplicará tu ansiedad. Más allá de lo necesario. Las personas que tienen constantemente presentes estos pensamientos obsesivos, pueden convertir el estrés puntual en estrés crónico.
De esta forma tu cerebro estará constantemente y para todas las situaciones, en modo alerta, con lo que tu salud física puede resentirse. Tu nivel de agotamiento emocional será cada vez mayor, por la constante exigencia a tu cerebro de un sobre esfuerzo.
Las situaciones difíciles a las que nos enfrentamos en el día a día pueden compararse más a una maratón que a un sprint. Con lo que ¿quieres gastar toda tu energía en el primer KM?. Seguro que no llegarás o vas a acabar agotado física, emocional y mentalmente. Es muy posible que sientas que no puedes con todos los frentes que tienes abiertos.
Afrontar situaciones estresantes o difíciles requiere de tiempo de recuperación. Esta recuperación a nivel física, mental y emocional te permitirá seguir adelante con todos tus retos. Para cada etapa o momento de estrés se requiere etapas y momentos de recuperación y descanso.
El coste emocional y físico que tiene tu obsesión por el perfeccionismo
Como comentábamos aumentar nuestra exigencia en situaciones que de por sí ya requieren un esfuerzo extra, tendrá un coste emocional y físico. Necesitarás tomarte descansos no sólo físicos, sino también mentales y emocionales.
El perfeccionismo alimenta tu necesidad de control. Con lo que cada vez, estarás menos preparado para afrontar situaciones de incertidumbre. ¿Qué otras consecuencias tiene el perfeccionismo?
- Dificultad en disfrutar de lo que vives.
- Menor sensación de felicidad.
- Insatisfacción personal.
- Tristeza.
- Ansiedad crónica.
- Insomnio.
- Sistema inmunológico bajo.
- Problemas de concentración.
- Falta de autoestima.
- Dificultad de sentirse en paz con uno mismo.
- Sensación de culpa constante.
- Protección y rechazo ante los cambios.
Te propongo algo. Quiero invitarte hoy a que te tomes un rato para revisar qué te ocurre. Tómate con tranquilidad unos minutos para reflexionar sobre el elemento que te está causando ese estrés que empieza a ser insoportable para ti.
Usa el test que encontrarás a continuación para que te ayude a clarificar los motivos de perfeccionismo.
*Puedes enviarme tus respuestas de forma anónima. Así, puedo tener información de tus intereses para próximas entradas del blog. Y si quieres, puedes enviarme tu respuesta con tus datos y podemos comentarlo luego personalmente, si crees que te puede ayudar.
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9 formas de reducir la culpa y superar el perfeccionismo
1 Trabaja con listas
Si te sientes culpable porque crees que nunca haces lo suficiente por tu familia, amigos, trabajo, etc., haz una lista de las cosas que habitualmente haces. Después haz otra lista con las cosas que haces para cuidarte a ti mismo. ¿Qué lista es más larga?. Trabaja habitualmente con estas listas para ser consciente y tener datos objetivos sobre tu duda. Piensa además, cuánto te ayuda la lista de “cuidarme a mi mismo” a ser mejor padre, madre, hijo, amigo, profesional…
2 Afronta la realidad del problema
En lugar de sentirte culpable, afronta bien el problema. Pregunta a las personas que piensas que no se sienten suficientemente atendidas por ti. Considera si tienen tendencia a esperar demasiado de ti y no tienen en cuenta su propia responsabilidad sobre sus problemas. Piensa además, que cuando se lo solucionamos todo a alguien, cuando siempre estamos ahí, la otra persona no crece.
Concéntrate en alguien a quien admires. ¿Cómo vería desde fuera esta situación y estas relaciones?. En caso de que encuentres datos objetivos de que la otra persona no se sienta atendida, habla con ella y trata de llegar a un equilibrio entre lo que das y lo que te cuidas tú.
3 Date las gracias
La culpa y el perfeccionismo al activar tu amígdala y el Sistema Nervioso Simpático, impiden que puedas pensar en positivo y en posibilidades. Toma como hábito acabar el día, pensar qué cosas has hecho por los demás y permítete darte las gracias. Siéntete satisfecho y valora tu implicación. También recuerda sentirte orgulloso de las cosas que has hecho para cuidarte tú.
4 Toma perspectiva
A menudo tendemos a ser más comprensivos y compasivos con los demás que con nosotros mismos. ¿Y si te pusieras en su lugar?. ¿Qué pensarías tú si recibieras lo que tú le das?. Toma perspectiva y ponte en el lugar del “observador” y del que recibe.
5 Establece límites
Si consideras que tu perfeccionismo te está causando ansiedad y sensación de culpa, empieza por ponerte límites. Comienza por poner un límite de tiempo a ese trabajo que tienes que realizar. También, establece un número de veces que atiendes a esa persona al cabo del día, o de la semana.
Crea límites de tiempo o de frecuencia para esas tareas a las que dedicas un tiempo interminable. Procura hacer lo mismo con esas personas que están constantemente demandando tu atención. Te darás cuenta poco a poco que empiezas a ser más eficiente con tus tareas y más objetivo con la implicación hacia determinadas personas.
6 Uno o dos comprobaciones son suficientes
Date cuenta de cuánto tiempo y energía inviertes en comprobar una y otra vez ese mail, ese informe, esa presentación. No te permitas comprobar más de una o dos veces ese trabajo que estás realizando. Comprueba que estarás menos agotado y ganarás tiempo.
En última instancia, permítete equivocarte. Los demás no te van a dejar de valorar por un error puntual. Eres tú y tu miedo quién no se perdona los propios errores. ¿A qué sueles perdonar más los errores ajenos que los tuyos propios?.
Focaliza tu atención, tienes una o dos comprobaciones para corregir lo que quieras, no más.
7 Comete algunos errores o descuidos adrede
Sí, no es broma. Hemos comentado que el perfeccionismo alimenta tu necesidad de control y tu rechazo extremo a equivocarte. Así, es posible que huyas constantemente de la crítica, de la incertidumbre y del error. Si es tu caso, trata de reflexionar que también estás huyendo de las ideas alternativas, de la espontaneidad, de la improvisación y del aprendizaje. ¿De verdad quieres limitar tus habilidades y no disponer de estas últimas?.
Permítete algún error, aunque sea pequeño. Después escribe que crees que pasará como resultados. Comprueba la realidad. ¿Fue tan malo como esperabas?. ¿Podrías haberte ahorrado esa ansiedad gratuita que experimentaste?.
8 Haz algo para no procrastinar con esa tarea que piensas que no vas a hacer bien
En ocasiones tu afán de perfeccionismo te bloquea. Procrastinas una y otra vez esa tarea que piensas que no vas a hacer suficientemente bien. Suficientemente perfecta. Esto te ocasiona problemas de cumplimiento de plazos y relaciones con los demás.
Desmenuza esa tarea. Hazla en pasos más pequeños y simplemente empieza. Relájate y evita juzgarte. Es más, permítete imaginarte cómo te sentirías satisfecho con el cumplimiento de esa tarea. No, como la harás perfecta, sino cómo harás para sentirte satisfecho. ¿Qué toque personal puedes darle?.
Aborda esa tarea o esa conversación pendiente y empieza. Sin juicios. Ya sabes dónde te lleva el juicio extremo y el perfeccionismo. Prueba ahora a dónde te lleva tu espontaneidad y tu implicación sin ataques personales.
9 Mírate como te miran los que admiras y los que te aprecian
Cuando evalúes tu propio trabajo o tus actuaciones, para un momento. Da un paso atrás e imagina qué feedback te darían las personas que admiras y te aprecian. ¿Dónde pondrían el foco?. ¿Qué les gustaría de lo que has hecho?. ¿Qué dirían esas personas de esfuerzo y tu implicación?. Seguramente encontrarás motivos y reconocimientos en los que tú por ti mismo no habrías puesto atención.
Regula tu exigencia y tus estándares. Te sentirás más feliz y satisfecho contigo mismo.
En última instancia y si te cuesta hacer este ejercicio. Prueba otra cosa. ¿Qué espera el receptor de tu trabajo?. ¿Seguro que tu exigencia y tus normas son las mismas que las del receptor de tu trabajo?. A veces ponemos el foco en exigencias que no son necesarias, sobre todo para el que recibe el resultado de tu trabajo.
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Conclusión
Perfeccionismo, culpa y ansiedad van de la mano. Multiplican tu ansiedad más allá de lo que la situación a la que te enfrentas requiere de verdad. Ser consciente de tu diálogo interno y tus hábitos de auto cuidado será un buen comienzo.
Recuerda, el objetivo no es que no te importe ser mejor. Es rebajar, regular, normalizar tu ansia por ser perfecto. En el momento que tu valor de ser mejor cada día te bloquea y te causa ansiedad, ahí deja todo de tener sentido. Caerás en tu propia contradicción. Tu ansiedad te impedirá lo que deseas, aprender y ser mejor en tu trabajo y en tus relaciones personales.